martes, 28 de agosto de 2007

Cuando lo perdí todo...


Hoy salí por la mañana muy apresurada y cargada hasta los huesos, de un par de alas rotas y un hilito de esperanza descocido de mi falda. Caminé muy lentamente con mi mente retorcida, con el corazón encogido en el bolsillo, así, sin dirección, sin rumbo, a ver si lograba escucadriñar mi vida desde lejos y fijar mi montoncito de consuelos en el espejo estrellado de mi habitación.


Perdida por todos lados comencé a dejar mis pertenecias más importantes, de todos modos a donde creo que voy no las voy a necesitar.


Ni me acuerdo, pero creo que lo primero que dejé fueron mis ganas de vivir, ya quedaban pocas pero como me pesaban, mi equipaje se aligeró cuando las dejé sentaditas en no sé que lugar. Así seguí dejándo también mis sueños calladitos en el portal de una capilla, mis esperanzas, mis tontas esperanzas siempre tan melancólicas, corrieron y se escondieron en la fuente de un jardín, es más, nisiquiea las vi partir. Y así regándo pertenencias, que se me pierde la dignidad, ay caray esa si que no supe ni cuando la perdí ni donde la dejé, todo pasó tan rápido... Pero las que si recuerdo por que aun me están doliendo fueron mis ideales y mis creencias, para esas si que no hallaba como arrancarlas, estaban tan aferradas a mi que lloré para dejarlas pero ya no podía seguir con ellas.


Así dejé lo último que tenía, solo un llaverito y una foto vieja con mi último aliento; ya todo se acabó, sólo había que cortar y dejar que ese charquito escarlata se hiciera más grande y que las gotitas de mis ojos se empezaran a secar. ¡ahora si! que ligerita me siento o no lo sé, por que hasta mis ganas de sentir se quedaron por ahí perdidas...

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